Aceites esenciales para el dolor

aceites esenciales



El dolor es sin duda una señal de aviso, pero igualmente una situación sensorial y emocional ingrata.
El dolor es consecuencia de una acción general en contestación a un estímulo dañino transmitido por un receptor neurosensorial.
Puede ser producido por un traumatismo agudo, por  quemadura, por rigidez, etc, o como consecuencia de una enfermedad crónica con debilidad o deterioro del cuerpo.

Los aceites esenciales (AEs) son una herramienta excelente para reducir el dolor por la posibilidad de vía directa a la zona del dolor: como tendinitis, artritis, etc

Frecuentemente el dolor se localiza justo en la superficie de la piel, así pues el aceite esencial (AE) consigue llegar a la zona del dolor y penetrar rápidamente.

Por ejemplo sabemos que si masajeamos a nuestros pies con AE de eucalipto en unos 10-15 minutos podemos sentir un aliento de eucalipto.

Los aceites esenciales (AEs) son lipofílicos, por ello fácilmente penetran en la piel y pueden así llegar al foco del dolor.
Además contamos con variedad de bálsamos para el dolor: como la menta (mentol) con efecto frío y analgésico, o el clavo (eugenol) con efecto calor y analgésico.

El factor  tiempo es el que diferencia entre el dolor agudo o el dolor crónico.
Para considerar una patología crónica es de 3 a 6 meses, y la intensidad soportable o no es otra razón común de diferenciación entre ambas fases aguda o crónica.
La fase aguda,  dolor agudo,  es el efecto de un trauma o un golpe significativo para la entereza del cuerpo, y debe ser considerada como un signo de alerta preciso para la defensa de salud de la persona.

El dolor es como un escolta que resguarda nuestro cuerpo y que demanda una respuesta y solución inmediata.
Aparece en un sistema expuesto a una lesión de un estímulo corriente: como neuralgias, tendinitis, o por una infección otitis, sinusitis...
Bajo la acción del dolor, el sistema debe reaccionar con urgencia en un inconsciente reflejo de defensa, como un estímulo para hallar herramientas de curación.
La fase crónica, el dolor crónico, es una alarma que no se resolvió o resuelve. Se dejó o deja sin una respuesta bien ajustada.
Un dolor severo, mal tratado, puede perdurar más de la fase corriente de recuperación. Por ejemplo: después de un accidente que causó una hernia de disco pueden aparecer lumbalgias, o después de una cirugía mal curada, una infección...

Las estadísticas muestran que en el lugar de trabajo, la espalda es la parte del cuerpo más afectada por dolor crónico.
Luego están las piernas, cabeza, cuello, rodillas...
Puede ser producido por daño a los nervios, músculos, articulaciones o incluso un órgano importante, producido por un golpe imprevisto o el simple deterioro repetido.
En todos los casos, un dolor persistente envenena la calidad de vida de cualquier persona que lo sufra.
Sin embargo, los remedios existen,  y la aromaterapia ofrece simpleza, rapidez y eficacia.

El dolor puede ser mayor o menor, según el aguante de cada persona.
La respuesta emocional, el tono muscular y el nivel de inflamación son aspectos influyentes.
La percepción del dolor es armonizada por la experiencia y el estado de ánimo. Por ello el sufrimiento y sensación del dolor  puede aumentar o disminuir en función del estado de ánimo de la persona.
Exageradamente podemos decir que un masoquista no le “molesta” el dolor tanto como a personas hipersensibles que no pueden tolerar apenas ninguna molestia… Dependiendo pues de la persona, el dolor será más o menos tolerado.

- Aceites esenciales ansiolíticos:
Son prácticos para una receta de las consecuencias indirectas del dolor.
AEs como lavanda, manzanilla romana ayudan a calmar las emociones negativas y la tensión excesiva, permitiendo relajarse y consiguiendo así una reducción del dolor.

- Aceites esenciales antiespasmódicos:
Muchos dolores provocan una tensión muscular, esto aumenta el dolor global.
Por ejemplo el AE de lavanda disminuye la inflamación, relaja el sistema nervioso y la musculación…
Vemos pues la importancia de los AEs  que operan como antiespasmódicos además de las otras propiedades particulares de cada uno, y esto es importante para ser considerado durante un tratamiento.

- Aceites esenciales analgésicos:
El AE de menta opera como un analgésico en frío y se recurre a él cuando hay un dolor inflamatorio.
Cuando hay dolor  relacionado con una  infección, o de naturaleza mecánica: absceso dental, artrosis, lumbalgia…, el AE de clavo de olor es muy eficaz.
El AE de laurel es otro analgésico y antiespasmódico equilibrado que puede asociarse con cualquiera de estos AEs.


- Aceites esenciales anti-inflamatorios:

La mezcla de un AE analgésico con un AE frío crea antídotos concretos antiinflamatorias con consecuencias combinadas, por ello proporcionan un mejor efecto analgésico. Necesario cuando hay un dolor inflamatorio como tendinitis, artritis…
Los mejores antiinflamatorios son los AEs de: eucalipto, lavanda, manzanilla
Perfectos para el tratamiento sintomático de tendinitis, o artritis crónica…
Si el dolor inflamatorio aumenta al atardecer o por la noche se debe al nivel alto de cortisol natural en sangre,  éste se encuentra en su nivel más alto en esos momentos del día.
Si el dolor inflamatorio se reduce o desvanece con la acción del calor y no aumenta al anochecer, entonces no existe relación con el cortisol.

- Aceites esenciales como la cortisona:
Los AEs de pino y el abeto negro contienen moléculas aromáticas que actúan como la cortisona, además tienen propiedades antiinflamatorias
Si el dolor es fuerte por la noche utilizarlos como  un tratamiento prolongado (siempre según necesidad particular).

Anna Vijo
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